Lunes, 03 Septiembre 2018 11:50
Los 155 en Blanco y Negro: (2.0)
El mayor reto que enfrenta un columnista, escritor o periodista es estar al frente de una página u hoja en blanco, y con su pluma de tinte negro, dibujar, describir que son las 155 razones que celebra la Villa de Cañarte.
El cuadro empieza con él porque esta ciudad, que inicialmente fuera un asentamiento de negritudes en los terrenos del Viejo y Nuevo Cartago, sus moradores lleven el epónimo de José Francisco Pereira Martínez, oriundo y dueño de las tierras donde se fundó a la Pereira de los 155 años, en donde se originaron nuestras evoluciones locales y regionales, para que tengan la consonancia histórica que hoy nos concede la identidad esta Patria Chica.
A este varón se le considera como parte del grupo de los próceres de la independencia de Colombia (Patria Grande), y su presencia como tal no es de conocimiento del común de los Pereiranos, ya sean nacidos en estas ondas y vientos del Otún, el Consota, la Mata de Caña, los Cerritos, el Cerro Pion (Mirador) y el Cerro Canceles, y los que llegando de otros lares son pereiranos por adopción.
Conjugar todos estos parajes territoriales del pasado con los bemoles del presente, nos llevan a titular que estos 155 años en verdad van de blanco claro a negro oscuro; pareciera como compleja esta figura literaria de pintar con simples vocablos, por qué estamos coronando más de un centenar y medio de tiempos, cuando ese sol y esa luna, nos hacen discurrir por las vidas de cuantos se llaman PEREIRANOS, y hacen suyo ese parecer del dicho “AQUÌ NO HAY FORASTEROS, TODOS SON PEREIRANOS”. Frase que hizo ser modelo de arraigue el escritor don Luciano García, y que puede considerarse como particular formato vivencial que se tiene en la capital del departamento de Risaralda, y donde nos codeamos constantemente con el progreso, las bellezas paisajistas que nos hacen ser destino turístico predilecto, infaltable en las agendas de la industria sin humo, sino también como una mediana, pero creciente urbe, de atractivos insospechados, epicentro comercial y cuna de talentos humanos, muchas veces desechados por las irregularidades social, política y económica, que en ocasiones los hacen desertar de sus parentelas, levantar vuelo con rumbos lejanos hacia otras latitudes, donde se les abren puertas porque reconocen en ellos, genialidades y temple de triunfadores.
Si nuestra Bandera que se distingue con los reconocidos colores AMARILLO Y ROJO, y en su centro hay un GORRO FRIGIO, del cual, muchos no saben que es en realidad lo que representa, y el porqué de los cortes de los colores en mención enmarcan una figura triangular, nos llevaría a enarbolarla con frecuencia en sitios públicos, en ceremonias privadas, en eventos deportivos y en fiestas patrias, con el sentimiento de respeto que debe inspirar su ondear, recordándonos que nuestra ciudadanía se refrendara con una realidad no relativa, pero si como una cualidad intrínseca de considerarnos Pereiranos.
Si al escuchar las notas del Himno, del corazón brotasen suspiros de amor propio, cantásemos con orgullo la letra que nos dice que salimos del HACHA AL SON, y si contuviésemos la respiración, para luego olfatear y degustar el aire cafetero que traen hasta nosotros los verdes cafetales, los aromas de los recuerdos, y de las gestas gloriosas que ha vivenciado la ciudad, entonces seríamos Pereiranos, agradecidos con el Autor de la Vida, por llevar en nosotros sangre del terruño que nos vio nacer, que espera de todos y cada uno de sus hijos, el llevar su Escudo como insignia de PEREIRANIDAD, como manifestación clásica de sentirnos como Los Ormaza, Los Marulanda, Los Mejía, Los Recio, Los Cañarte, Los Pereira, de la tierra que nos hace ser un pedacito del Edén, un paraíso terrenal de mitos e hitos históricos, recreados por las ya reconocidas imágenes de siempre, hoy, magnificadas por un emblemático VIADUCTO, un singular PUENTE HELICOIDAL, unas Flores de carne y hueso de belleza única y particular, las cuales adornan sus blondas cabelleras con gladiolos, jazmines, orquídeas y claveles de reconocimiento mundial; monumentos y obras esculturales que sirven de marco para incentivar la llegadas de muchos extranjeros a estos lares, donde pueden encontrar un Parque de Fauna y Flora de talla internacional, y un sinnúmero de figuras varoniles emprendedores, comerciantes de gran valía en todos los ámbitos, y lúcidos profesionales que llevan en sí, impregnados la gallardía y la gracia de caballeros que se precian de ser hombres laboriosos y ciudadanos que dan su palabra al Señorío de sentirse PEREIRANOS.
Y no se podría dejar sin nombrar la POBLACIÓN CAMPESINA DE LA PEREIRA RURAL, la que nos abastece de hortalizas frescas, vegetales de todo género y frutos variados, que deben ser considerados dentro las 155 razones pereiranas, que estamos al momento desgranando en BLANCO Y NEGRO.
Ni que decir del grande conglomerado de juventudes que, a la luz de este nuevo aniversario, no pueden decir que se envejece, sino que revitaliza el quehacer de la ciudad, con sus esencias juveniles, y con el maravilloso placer de ser conciudadanos de PEREIRA QUE COBRA VIDA, cada vez que su vuelta de 365 días, se cumplen cada 30 del mes más cabalístico de la cronología numérica EL OCHO, el cual significa SINFÍN.
CON FELIZ SENTIMIENTO DE SER DE PEREIRA.
AMBUO (Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.)
El cuadro empieza con él porque esta ciudad, que inicialmente fuera un asentamiento de negritudes en los terrenos del Viejo y Nuevo Cartago, sus moradores lleven el epónimo de José Francisco Pereira Martínez, oriundo y dueño de las tierras donde se fundó a la Pereira de los 155 años, en donde se originaron nuestras evoluciones locales y regionales, para que tengan la consonancia histórica que hoy nos concede la identidad esta Patria Chica.
A este varón se le considera como parte del grupo de los próceres de la independencia de Colombia (Patria Grande), y su presencia como tal no es de conocimiento del común de los Pereiranos, ya sean nacidos en estas ondas y vientos del Otún, el Consota, la Mata de Caña, los Cerritos, el Cerro Pion (Mirador) y el Cerro Canceles, y los que llegando de otros lares son pereiranos por adopción.
Conjugar todos estos parajes territoriales del pasado con los bemoles del presente, nos llevan a titular que estos 155 años en verdad van de blanco claro a negro oscuro; pareciera como compleja esta figura literaria de pintar con simples vocablos, por qué estamos coronando más de un centenar y medio de tiempos, cuando ese sol y esa luna, nos hacen discurrir por las vidas de cuantos se llaman PEREIRANOS, y hacen suyo ese parecer del dicho “AQUÌ NO HAY FORASTEROS, TODOS SON PEREIRANOS”. Frase que hizo ser modelo de arraigue el escritor don Luciano García, y que puede considerarse como particular formato vivencial que se tiene en la capital del departamento de Risaralda, y donde nos codeamos constantemente con el progreso, las bellezas paisajistas que nos hacen ser destino turístico predilecto, infaltable en las agendas de la industria sin humo, sino también como una mediana, pero creciente urbe, de atractivos insospechados, epicentro comercial y cuna de talentos humanos, muchas veces desechados por las irregularidades social, política y económica, que en ocasiones los hacen desertar de sus parentelas, levantar vuelo con rumbos lejanos hacia otras latitudes, donde se les abren puertas porque reconocen en ellos, genialidades y temple de triunfadores.
Si nuestra Bandera que se distingue con los reconocidos colores AMARILLO Y ROJO, y en su centro hay un GORRO FRIGIO, del cual, muchos no saben que es en realidad lo que representa, y el porqué de los cortes de los colores en mención enmarcan una figura triangular, nos llevaría a enarbolarla con frecuencia en sitios públicos, en ceremonias privadas, en eventos deportivos y en fiestas patrias, con el sentimiento de respeto que debe inspirar su ondear, recordándonos que nuestra ciudadanía se refrendara con una realidad no relativa, pero si como una cualidad intrínseca de considerarnos Pereiranos.
Si al escuchar las notas del Himno, del corazón brotasen suspiros de amor propio, cantásemos con orgullo la letra que nos dice que salimos del HACHA AL SON, y si contuviésemos la respiración, para luego olfatear y degustar el aire cafetero que traen hasta nosotros los verdes cafetales, los aromas de los recuerdos, y de las gestas gloriosas que ha vivenciado la ciudad, entonces seríamos Pereiranos, agradecidos con el Autor de la Vida, por llevar en nosotros sangre del terruño que nos vio nacer, que espera de todos y cada uno de sus hijos, el llevar su Escudo como insignia de PEREIRANIDAD, como manifestación clásica de sentirnos como Los Ormaza, Los Marulanda, Los Mejía, Los Recio, Los Cañarte, Los Pereira, de la tierra que nos hace ser un pedacito del Edén, un paraíso terrenal de mitos e hitos históricos, recreados por las ya reconocidas imágenes de siempre, hoy, magnificadas por un emblemático VIADUCTO, un singular PUENTE HELICOIDAL, unas Flores de carne y hueso de belleza única y particular, las cuales adornan sus blondas cabelleras con gladiolos, jazmines, orquídeas y claveles de reconocimiento mundial; monumentos y obras esculturales que sirven de marco para incentivar la llegadas de muchos extranjeros a estos lares, donde pueden encontrar un Parque de Fauna y Flora de talla internacional, y un sinnúmero de figuras varoniles emprendedores, comerciantes de gran valía en todos los ámbitos, y lúcidos profesionales que llevan en sí, impregnados la gallardía y la gracia de caballeros que se precian de ser hombres laboriosos y ciudadanos que dan su palabra al Señorío de sentirse PEREIRANOS.
Y no se podría dejar sin nombrar la POBLACIÓN CAMPESINA DE LA PEREIRA RURAL, la que nos abastece de hortalizas frescas, vegetales de todo género y frutos variados, que deben ser considerados dentro las 155 razones pereiranas, que estamos al momento desgranando en BLANCO Y NEGRO.
Ni que decir del grande conglomerado de juventudes que, a la luz de este nuevo aniversario, no pueden decir que se envejece, sino que revitaliza el quehacer de la ciudad, con sus esencias juveniles, y con el maravilloso placer de ser conciudadanos de PEREIRA QUE COBRA VIDA, cada vez que su vuelta de 365 días, se cumplen cada 30 del mes más cabalístico de la cronología numérica EL OCHO, el cual significa SINFÍN.
CON FELIZ SENTIMIENTO DE SER DE PEREIRA.
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